sábado, agosto 08, 2009

Qué hacer

¿Qué hacer? Ni idea. Comienzo por molestarme, despotricar y volver como disco rayado sobre la misma pista, una y otra vez.

¿Qué hacer? Sinceramente no sé, espero que este escrito al menos sea algo.

¿Qué hacer? Con preguntármelo creo algún día entender la razón; fundamentada en la fe que se desvanece con cada letra que escribo.

¿Qué hacer? Espero algo, cómo qué… no sé, sólo espero algo que mantenga el ánimo como el de aquel amor que te resignas a olvidar.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¡Qué hacer! ¡Qué hacer! Espero que al menos algo… Protestar, estar, hablar, conversar, pensar, considerar, cambiar, ir y volver, simplemente actuar.

Dieciséis

Con algo de pena, pero sobre todo de indignación, me tocó escuchar el grito desgarrador aquel día que profería sin rubor: “dieciséis”

Y sí, fue en aquel viejo edificio de victorias de cuarta, en plena bella avenida, cuando uno de los presentes interesados en bajar a la PB gritó sin ton ni son: “dieciséis”

Simple y básico, pero sobre todo irónico dentro de las instalaciones de aquel Elefante Blanco a cargo de semejante responsabilidad, como la de garantizar nuestra soberanía Alimentaria.

Con qué ironía uno de nuestros funcionarios, de esos de los que pagamos mesada, gritaba inconciente como los que se oponen, “dieciséis”, y mientras hablábamos de Sistemas de Información y Georeferenciación.

En dónde perdimos las instituciones, cuándo comenzamos a conformar Elefantes vestidos de rencor e ineptitud, ¿desde siempre? ¡Quizás! Luego, no puedo saberlo al cabo de diez años de vida profesional velada de color rojo.

Simplemente aún me zumban los oídos después del grito proferido de aquel compatriota, llamando un ascensor de a grito desde el piso dieciséis de aquel Ministerio.