sábado, mayo 07, 2011

Apreciaciones... De la propiedad intelectual

Estuve de conversa con mi amigo Vasquito #1 acerca de la Ley Sinde, realmente llamada Ley de Economía Sostenible, y que ha traído tanta polémica por estas tierras.

Realmente Vasco y yo no habíamos leído la ley, por lo que no pudimos ni podríamos criticarla, pero sí entablamos nuestra conversa respecto a la propiedad intelectual y el papel que pensamos debería tener el Estado, presidido por el Gobierno de turno, acerca del tema.

Pienso que el Estado debería garantizar, a través de los organismos y tratados internacionales necesarios, que la potestad del ciudadano "creador" del contenido se respete. Es decir, si este ciudadano decide que quiere que se cobre por su creación, pues que así sea, el Estado debería ofrecer "algo" que garantice el cobro por el uso de la creación del ciudadano.

Luego, si por el contrario, el ciudadano decide que no quiere que se cobre por su creación, pues que el Estado garantice que no se cobre por éste e inclusive, como en el caso del Software Libre, se proteja la voluntad del creador y se respete su autoría. La distribución, para casos diferentes a Software, podría incluir referencias visibles y comprobables del contenido original y dónde puede conseguirse.

Una de las cosas que hablamos fue de ir en contra de la corriente, básicamente que el consumidor podría descargar cualquier contenido con BitTorrent, entre otros, y nosotros insistimos en proteger la voluntad del creador, ¡qué cosa tan utópica y filantrópica! Cuando cualquiera puede simplemente "hacer trampa".

Pero claro, una cosa es poder y otra que el Estado lo avale. Yo en seguida lo transpolé a nuestro caso extremo en Venezuela y le dije: Si vivimos en la tierra de Mad Max y viene alguien en la calle y quiere tus zapatos, pues tienes que dárselos porque ¡el mundo a cambiado! Pues, se supone que el Estado debería proteger nuestra voluntad de no dar nuestros zapatos si no queremos.

Para todo esto creo que aplica el pensamiento volteriano: aborrezco lo que dices, pero daría mi vida por tu derecho a decirlo. Se supone que el Estado debería "dar su vida" por nuestro derecho a decidir que hacer con nuestra creaciones.

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