Apenas recuerdo el Caracazo, recuerdo a
mis padres consternados llamando por teléfono y comentando con mis
tíos. Recuerdo poco después el golpe del '92. Ese día no hubo
clases.
Nací en un hogar de padres militantes
del MAS y un abuelo Adeco como el solo. Cuando las elecciones del '98
papá convenció al Toto (mi abuelito) de que “Los Blancos” ya
habían tenido su oportunidad y la habían desperdiciado, por lo que
había que votar por “el cambio”, por El Comandante.
Yo fui a votar en esas elecciones. Eran
mis primeras y poco entendía de política, pero la persona que más
admiro, mi padre, estaba convencido de que el cambio era necesario, y
a las urnas del Movimiento V República fue a dar mi voto; como el de
millones.
Papá lloró ese día, el día en que
ganamos. Yo también lloré. Estábamos en el comedor, donde gran
parte de mis momentos más felices han transcurrido.
Recuerdo a Chávez con Fidel y a papá
molesto. Me decía que ese señor de barba larga era un dictadorzuelo
de los peores y que no entendía porque el Presidente se arrimaba a
ese mingo. Claro, yo poco entendía porque me encantaba la Trova
Cubana y la Revolución tenía otro color, en la voz de Silvio, Pablo
o Violeta. Recuerdo haber leído por aquellos días que el Ché fue
mandado a matar por Fidel, cosa que me parecía jalada por los pelos,
pero afianzó mi rechazo al de las barbas.
La relación entre nosotros, yo, mi
familia y Chávez se fue deteriorando. El Comandante dijo un día en
cadena nacional que robar era bueno y que había que entender a los
que lo hacían. Yo, con un poco más de criterio político por esos
días, me dije: algo está mal.
Papá trabajaba en PDVSA. Tuvo la
oportunidad de hacerse PhD en tierras galas (por cierto en un plan
creado por Pérez). Gracias a su empeño y alto nivel profesional,
estuvo encargado de materializar difíciles empresas. Comenzaron a
ocurrir cosas en la 3era Petrolera del Mundo -por esos días- y veía
a papá discutir todos los días. Ya no estábamos tan contentos.
Mientras, yo trataba de entender el país en clases de Economía con
el Prof. Carlos Rodríguez y discutía en la Universidad con mis
amigos. En todos los encuentros entre panas había un problema.
Pactamos no hablar de política para mantener nuestra amistad.
Vino el paro, '03, ya estábamos
divorciados del Teniente Coronel. Papá se unió al paro y salió en
contra de su voluntad. Amigos perdió en el camino, una pena, gente
que siempre quise y querré. Ni un paso atrás quedó olvidado.
Vinieron días muy difíciles, pero la
rutina les pudo. Yo estaba en IBM y de pronto me salió una
oportunidad para trabajar en el Ministerio de Educación Superior. La
oferta económica era buena, yo estaba recién casado y la cosa
pintaba bien. Acepté la oferta.
Conocí a gente increíble en aquel
Ministerio. Mi jefe por aquellos días, el ogro Henry, ha sido quizás
el mejor jefe que he tenido. Le decían ogro, pero era porque ese
tipo amaba a su país y no daba lugar a la incompetencia; al menos era lo que a mi me parecía. Decía una y otra
vez, hay que entender la historia para entender el presente y el
futuro, el pueblo que no la conoce, está destinado a repetirla.
Por esos días tuve intentos de
reconciliación con el Presidente. Ya no todo me sonaba mal, conocí
tanta gente tan trabajadora y que de verdad quería ayudar, que creía
en su proyecto, que yo sólo me decía, en plan romántico-cursi: este es mi granito de arena al país, hay que ayudar, ¿será que yo
soy el equivocado?
Los días en el Ministerio
transcurrieron y veía ahogarse las ganas de muchos, en la ineptitud
de otros. La corrupción rampante a la luz del día y como Juanito
Alimaña, todos lo comentaban, pero nadie “había visto nada”.
Luego de esto rechazaba más a Chávez y me decía, como siempre
citaba el padre de mi hermano Alejandro Henrique, “Conozco al
monstruo porque viví en sus entrañas”; frase de José Martí por
cierto.
Terminaron mis días de funcionario y
fundé Softclear. Chávez ya por esos días muy, muy inconsistente y
cada vez más equivocado.
Todo lo que creí vería, corruptos en
la cárcel, libre mercado de la mano de un estado gestor, grandes
obras, igualdad de oportunidades, libertar de expresión... En
general: un país para vivirlo a gusto y un Gobierno abocado a ello,
no llegó.
Un día me acerqué a una escuela por
casa para dar clases en la Misión Sucre y me vieron con cara de
bicho raro y comprendí horas después el chanchullo que había
montado, sólo daban clases los amigos de los amigos de los amigos.
Cerraron RCTV ('07). Recuerdo “el
peo” en reuniones de amigos debatiendo el tema. Mi grupo de amigos
es bastante heterogéneo y varios decían cese a la concesión y uso
acorde del espacio radioeléctrico, mientras otros gritábamos cierre
y censura. Fueron días complicados.
A todas estas estaba de profesor en la
UCAB y vi algo, que ahora mientras escribo me saca un par de
lágrimas, gente -en su mayoría- de clases sociales altas,
despertando y dándose cuenta del error que habían cometido sus
padres. Habían dado la espalda al país e ignorado su obligación histórica
de coger las riendas del país, el toro por los cachos, y echar el
país pa' lante.
En esos días entendí que Venezuela
había cambiado para siempre.
Aunque muchos estamos en el exterior y
yo sigo añorando a mi país, tratando de entenderlo entre libros de
Gallegos, Uslar Pietri y Herrera Luque, leyendo de Bolívar y amando su recuerdo
más que nunca, o por primera vez, porque creo nunca supe quien era.
Sé que las cosas han cambiado. Hay un
despertar, creo o quiero, y me empeño en creer, que algo hemos
aprendido. Que Dios no abandona a nadie, de que la espada de Bolívar
sí continua cabalgando por América Latina, de que el pueblo que alguna
conformó el ejercito liberador nunca podrá ser esclavizado, y
finalmente, creo en el designio divino de que Venezuela está
obligada a ser un gran país.
A veces no sé si es como esto de “todo
pasado siempre fue mejor” o “aferrarnos a que hay vida después
de la muerte porque nos resistimos a creer que después de morimos
pues simplemente todo acabó”. En todo caso, quiero creer que sí
que existe un futuro y que definitivamente “hay un camino”.
Capriles es una transición, no sé qué
tan bien lo hará, pero sé que mejor y que no será fácil. Espero
el bravo pueblo sepa entender y apoyar, porque no queda de otra. Que
fallará, que se equivocará, que habrá gente allegada a él que
querrá robar, pues eso ya lo sabemos. Pero sólo la idea de que está
en nuestras manos progresar, “poder volver a ser hermanos” y
comenzar a vernos en sociedad como un Caracas-Magallanes, con
rivalidades pero hermanadas, pues eso, eso no tiene precio.
2 comentarios:
No sabes como me has hecho recordar cosas con tus catorce años, mis últimos catorce. Como no llorar de tristeza al ver lo que hemos perdido, pero al mismo tiempo, se me aguan también los ojos porque es notable lo que hemos aprendido, lo que ustedes, jóvenes de catorce y algo (poco!) mas, han aprendido. Ojalá esto sirva, ojalá alcancemos ese camino que nos lleve a la patria que siempre hemos deseado.
Besos
Maricely
Maricely que bueno que te gustó la entrada, la escribí para desahogarme y esperando incidir en los que la leyeran y mucho más en los que aprecio y quiero, como tú, oscarcito y jose.
Un abrazo,
Rodo.
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