La historia no era tan cuchi/bonita

Recuerdo cuando estudiaba historia en el colegio, siempre fue de mis materias preferidas, todas de la mano de la Profe Pilar, mejor imposible. Sobre todo me apasionaba la historia del Libertador, la estudiábamos en un curso de 1 año escolar llamado Cátedra Bolivariana. No sé si esta materia seguirá formando parte del currículo de nuestra Educación Básica o ya la habremos cambiado por algo como: Proezas de la Revolución.

El caso es que Bolívar es un personaje increíble, cuando estábamos en el liceo y debo admitir que en mi caso durante muchos años, lo consideraba como un extraterrestre o algo así, un tipo con una conciencia demasiado avanzada, demasiado visionario.

Ya un poco más grandecito descubrí a Herrera Luque, a través de los consejos de Don Henrique, el papá de mi hermano de infancia y de vida Alejandro. Me reservo sus apellidos para aquellos que los conocemos.

Francisco Herrera Luque tiene un libro, que es más bien algo como un ensayo, llamado: Bolívar de carne y hueso, uffffffff qué pieza. Fue mi primer contacto con la historia no cuchi/bonita.

Resultaba ser que Don Francisco (y no precisamente el gordito chileno cómico de los programas sabatinos) revelaba a un hombre, hombre, a un simple humano. Un tipo con virtudes y defectos, que albergaba sentimientos de odio y amor. Es decir, un tipo como tú que lees esto y como yo. Claro, con todas esas cosas que lo humanizaban, aún era imposible no describir sus proezas con asombro y admiración, es que al final este humano sí que era especial, era simplemente: auténtico, único e irrepetible como sólo los más grandes. Eso dijo por cierto Mick Jagger de John Lennon.

Después leyendo más adelante, recuerdo con especial importancia, por el hallazgo que significaba para mi, entender todos los altercados y desencuentros que se dieron entre los próceres de nuestra independencia.

Personajes como José Félix Ribas, que apresó a Bolívar (su primo) al volver a Carupano, por presunta traición, tras la persecución a Bianchi, algunos dicen que realmente huyendo. Al Libertador le tocó vivir -en carne propia- algo parecido a lo que él mismo había hecho 2 años antes al Generalisimo Miranda; utilizando argumentos muy parecidos.

Santiago Mariño, que liberó el oriente del país, algunos dicen que fue realmente más caudillo que libertador, y tuvo rencillas de por vida con Bolívar básicamente por protagonismos en las luchas independentistas.

Sin hablar de Piar, quien mantenía una relación muy estrecha con las familias Bolívar y Ribas, al punto en que siempre se dijo que éste era medio hermano de José Félix, pero algunos dicen que más bien lo era de Simón. El Consejo de Guerra lo condenó a muerte por fusilamiento y el Libertador confirmó la "condena sin degradación".

Y como estas, miiiiiles de historias de las que está lleno nuestro pasado y pienso que el de la humanidad en general, y por mucho distan de ese inocente y vano recuerdo de mi infancia.

Ya cuando paso por el pasillo ese súper intimidante del Monumento de la Nación a sus Próceres, pues ya no me siento tan insignificante, siento que nuestras diferencias -y hablo de las de hoy- se pueden superar y podemos ser participes de algo grande, como aquello de lo que fueron capaces nuestros antepasados.

Falta la unión, la unión DE TODOS y un sólo argumento común: el amor incondicional y sincero al país, como el de una madre y un hijo.

Para cerrar les comento algo que me contó un pana/colega Español-Inglés que conocí por estos lares y me comentó casi con lágrimas en los ojos, o al menos yo sí que las tuve luego de escucharlo, esta historia, cursi y rosada -ya saben como soy-, pero tremenda:

El hizo un master en Inglaterra y tenía compañeros de todos los países. Un día, uno de sus compañeros ingleses le pregunta a un colombiano que llevaba una pulsera con el tricolor: ¿cómo te puedes sentir orgulloso de ser colombiano? Además, los nacionalismos son pura paja, somos ciudadanos del mundo y tal y tal... El colombiano le dijo con una sonrisa: estoy al tanto de todos los problemas que tenemos, que no son pocos y serios. Sé que estamos muy jodidos y que vivimos momentos drámaticos, pero esta pulsera no representa un nacionalismo vacío, simplemente representa para mi que: PODEMOS.

Ahí les dejo ese trompo en la uña,